Gran Trail de Peñalara, 115kms. ¡Objetivo cumplido!

Sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida, no es un juego. Aristoteles.
Only virtue and happiness where serious effort, because life is not a game.

Nunca he sabido que extraño y potente estímulo invita a los cuerpos a disfrutar de la naturaleza, pero a mí, me sincero, siempre me ha resultado altamente excitante y me genera felicidad. Creo es genética, mi bisabuelo Valentín fue cabrero en la Vera -Sierra de Gredos- y mi abuela Rosa, pastora de ganado en el Pirineo. Mis antepasados han nacido, crecido y vivido con los valores que la montaña desprende de adversidad, cautela, humildad, respeto, responsabilidad, honestidad, pero sobre todo, amor y respeto por la naturaleza.
Y de todo ello procedo y agradecido estoy. Desde observar un atardecer a escuchar un arroyo, oler a tierra mojada, escuchar el viento, tocar, sentir, experimentar, y así, recientemente he añadido un nuevo disfrute en ella, correr. Reconozco que siempre pensé que correr por la montaña donde todo es pausa y armonía era algo ilógico, urbano, friki porque no, hasta que mi afición a ella, naturaleza y correr, me llevo a intentarlo, practicarlo, y aquí estoy, ironías de la vida.
El año pasado finalice el Ultra Trail de Sobrarbe surcando mis anheladas montañas del Pirineo, y tras el dolor que todo esfuerzo lleva impreso, me decidí a dar un nuevo paso en mis retos. Así, tras descartar por fechas de preparación la prueba Madrid-Segovia –coincide con las fiestas de Sevilla la Nueva -, tuve claro que quería y deseaba hacer lo máximo, el Gran Trail de Peñalara por la desconocida Sierra de Madrid (igualmente de Segovia y Guadalajara), que con sus 112kms. y 5.100 metros de desnivel resultaba inalcanzable para una persona como yo, con condiciones físicas poco aptas para este tipo de deportes y más para otros como el baloncesto o el paseo. 
Y lo prohibido llama, es evidente, atrae y en este encanto fue fácil seducir a mi buen amigo y compañero de retos deportivos, Luís Beltrán, es “facilón” para estas cosas de sufrir haciendo deporte, lo que supuso un añadido más para preparar con cierto mimo esta prueba y fundamental para completarla.
Y tras robar mucho tiempo a mi hijo y pareja, gracias Pedro –espero te quede de tu padre al menos los valores y principios que el deporte no de masas encarna- y Bea –por esa soledad y trabajo que te genero con mis ausencias-, madrugones para subir a Abantos -que monte más bonito hay en el Escorial-, aprovechar viajes a la aldea para palpitar al son de mi querido Pirineo, numerosas corredurías con los sevillitas runnings y control con la alimentación especialmente las últimas semanas, llegaron los días previos. Que nervios, porque como casi siempre, corriendo pero por trabajo, sin tiempo de reflexión y preparación mental. Tras ver rápidamente el perfil, valorar y preparar necesidades alimenticias, de hidratación y equipamiento, llegó el viernes, casé, recogí a Luís y a Navacerrada.
Allí se palpaba un gran ambiente, de este deporte humilde que tiene por gala la solidaridad, el respeto, esfuerzo, etc. En la salida se sumaron nuestro grandes amigos Esther –joven deportista que promete mucho-, Senu –próximo seducido-, Lupi y Medi, que corrieron y disfrutaron los 10kms. Domi que salió con nosotros –el Hermano Sol es un sabio de estas pruebas y esta fortísimo como nunca- y familia de Luís con Bea de capitana y D. Antonio de reportero oficial, lo cual siempre se agradece.
 
Las 22.30h. del viernes, todo el equipo creía en orden, móvil apagado –inusual en mí-,  recuerdos y palabras varias en la salida, muchos nervios, risa tonta, besos, abrazos, 3,2,1…¡salida!
Los nervios sabía que me iban a durar hasta las primeras rampas de la Maliciosa y así fue. Trotando algo hasta llegar a las primeras… ups! cuestas! y a seguir a Luís, que nervios parece tener pocos pues sale con paso firme y decidido, muy seguro, lo que se agradece. Y así, poco a poco subimos hasta el primer punto de control, la Maliciosa (km10/2h00´/+1.062mtrs.) 
Abrigaditos, sin mucha dilación nos lanzamos, textualmente, a un vertiginoso descenso en uno de los tramos más técnicos. Me siento bien, seguro en la bajada, y mi técnica oscense montañera me acompaña en pasos firmes, como hay que hacer, con mucha concentración, mirando donde pisa uno. Adelantamos compañeros, lo que estimula, si bien, nuestra cabeza nos dice que calma que queda mucho a la par que vamos comiendo e hidratando que tan importante es durante todo este tipo de pruebas. Llegamos al control de Canto Cochino (km19/3h28´/+1.104mtrs.). Una cosa nos queda clara allí, en la noche cerrada y a pesar de ver los primeros abandonos, no hay que tener temor a los cierres de control, puede que seamos capaces, al menos, cumplir un objetivo, llegar a Rascafría.
Salimos andando en una entretenida rampa para ascender el Collado de la Pedriza, el Yermo de San Blas y el desconocido para mi puerto de la Morcuera. La noche va dando paso al amanecer, mi cuerpo se siente fuerte a pesar de aparecer los primeros dolores en los pies, y mi cabeza fría, paso firme combinado con carrera continua cuando entendemos es posible, y así por pista generalmente, lo que se agradece, hasta llegar al Puerto de la Morcuera, donde avituallo y como nuevamente. (Km. 40/8h14´/+2.411mtrs.). 
 
 
     Bajamos por pista que ya hemos pateado semanas atrás notando las primeras consecuencias del cansancio que nos hacen ir sin duda a un menor ritmo del que permite esta bajada y mirando de reojo a ver si vemos a Cholopower, pues ya nos adelantan los primeros de la prueba de 60 y 80. En un punto escucho un fuerte silbido, y al rato me pasan varios preguntando si vamos bien, yo, optimista, si, si claro…Pues no, nos hemos colado varios en un cruce y al menos echamos tres kilómetros más y no esta la cosa para regalos. En el acceso a Rascafría me reunificó con Luís y llegamos al primer gran objetivo. (Km.53/10h43´/+2.492mtrs.).
Allí fabuloso bocata de jamón que me había preparado y coincidimos con el gran Cholo Paredes. Esta fortísimo, viene el 5º de 80kms. y el tío con su semblante fino habitual, hasta sonríe, tiene egss!. Cambio de calcetines, crema solar y arriba, a seguir. 
 
Afrontamos el Puerto del Reventón (Km.62/14h03´/+3.396mtrs.), que ya sabía por conocerlo se haría muy muy largo. Afortunadamente nos topamos con el avituallamiento antes de lo esperado, gran alegría para Luís y para mí.
Tras unos inicios dubitativos por falta de fuerzas me pongo a ritmo de una pareja para empezar a caminar con paso firme y adelantar a numerosos compis hasta la cima de Peñalara (16h.14´/+4.007mtrs.). Esta carrera y en general las desarrolladas en montaña -ya me lo dijo Domínguez-, sorprende por la cantidad y temporalidad en los cambios de estado físico. En este sentido con Luís hicimos un dúo formidable, tirando en todo momento el uno del otro y viceversa.
                                  
 
           Hace fresco, y abrigados nos tiramos hacia el segundo descenso más técnico. Bajamos corriendo aunque en mi caso los pies ya son dos “botijos” que me duelen mucho, muchísimo. Y así llegamos a la pradera y consecuente camino que se me hace eterno. El cansancio ahora si está mermando mi mente y avanzo sin duda mas lento de lo que creo. Luís para a avituallar, prosigo,  y en soledad absoluta, afortunadamente vuelvo a escuchar un silbido, ahora sí, me doy cuenta que me iba por otro camino. Sigo bajando trotando cadenciosamente en la parte final hasta divisar al fondo el pueblo de la Granja de San Ildefonso, y lo que es más importante, la familia de Luís y mi familia, han venido a verme Carmen, mi padre, Bea y mi nene que viene corriendo, le encanta correr como todo baby y se funde en mi en un fuerte abrazo que aún siento. Con ellos y junto a Luís llegamos al avituallamiento de la Granja (Km.81/18h46´/+4.057mtrs.), donde comemos pasta y lo habitual, plátano, frutos secos y golosinas.Tras mas tiempo del pertinente, pero es que llegamos muy cansados y queremos disfrutar de las familias, salimos a por el tramo final. Como sea, ¡hay que hacerlo!.
 
Luis va tirando de mí, ha entrenado el tramo, y tras perdernos otro km. nuevamente, tomamos la antigua calzada romana por un tramo que es el más bello de toda la prueba, lástima llegue uno con poco ánimo de disfrutarlo. Poco a poco voy calentando hasta que cogemos un fuerte ritmo detrás de un grupo y sigo con un solo pensamiento, cada paso, sencillo pero efectivo, “no hay dolor”, la máxima está echada, cuanto más rápido vayamos, aunque tengamos más dolor, antes llegaremos.
             Así, llegamos a la Casa del Pescador (Km.90/21h57´/+4.282mtrs.), donde paramos poco y me entra una tiritona de frío sin esperarla. Rápido, salimos, buenas cuestas, me veo bien y empiezo a tirar fuerte, adelantamos compañeros, hasta que Luís con buen criterio me dice que queda lo más duro, y menos mal a él, porque la segunda parte del puerto se me hace muy dura, con rampas exigentes que hago fijando objetivos pequeños. ¡Hay que recurrir ya a lo mental!.

Llegamos por fin al Puerto de la Fuenfría(Km.96/23h13´/+4.762mtrs.), que duro se me ha hecho, pero allí un sorbito en la fuente y adelante, que anochece y Luís lleva desde la Granja sabiendo ambos que no lleva frontal y tenemos que ir de la mano.
        Afrontamos el camino Schmidt y a las primeras de cambio, empieza a llover, pensamos que no será nada, una tormentita de verano…y que no para y llegamos a Navacerrada con un tormentón en toda regla. Este tramo se me hace difícil, Luís esta mucho más fuerte y soy una rémora para él, aunque aún así lo hago andando a un ritmo que no considero despreciable para como van mis pies, siendo sobrepasados por aquellos que todavía tiene fuerzas para correr. Jeje, son muchos kilómetros, se ha echado la noche, llueve, y hay que reconocer que entre nosotros hasta aparece la tensión, lógica cuando llevas 24 horas juntos y tantas horas de entreno, ¡nos tenemos casi todo contado!.

Ya se ven las luces de la pista de esquí de Navacerrada y llegamos, claro que sí, pero diluviando (Km. 102/24h45´/+4.937mtrs.). Mi mente y el frío producto que estamos calados de agua fría serrana, me dice que esto se acaba, no queda nada de sentido común en seguir si es que en alguna ocasión lo hubo. Luís me dice que hay que seguir. Llamo a la organización y me dicen que también llueve en Navacerrada y han bajado mucho las temperaturas, el dolor es agotador, la noche es muy oscura y queda una bajada que conozco muy técnica, todo parece tocar a su fin hasta que Carmen, mi buena amiga Carmen y mamá de Luís, me abre la noche, me trae un forro de Antonio, que me pongo debajo de la ropa mojada. Es como un empujón de optimismo, dejo de sentir que el frío me abraza, y entiendo que sí, que por muchas razones, hay que hacer el último esfuerzo y seguir.
Y seguimos intentando descubrir el camino. Es difícil divisarlo. Afortunadamente se nos une un compi que viene desde Ciudad Real y tira de nosotros. Difícilmente les puedo seguir la rápida bajada a Luís y a él, pero pienso repetidamente, no puedes quedarte solo, por supervivencia pura tienes que seguirles. Y así voy bajando contemplando delante de mí la valentía de Luís descendiendo un puerto muy difícil en noche cerrada, lloviendo y sin frontal, corriendo, ¡espectacular!.
Cogemos a otro grupo y serpenteando llegamos a la Barranca. ¡Que largo se me hace el último tramo hasta Navacerrada! Allí nos espera el objetivo. Últimos metros sin pensar, embargado de dolor y emoción, buscando el cartel de meta, que finalmente alcanzamos. Allí la familia de Luís y una decena de espectadores nos animan, espera y nos traen a casa. Es lo de menos, pero ahí queda, en total 115kms. con 27h.10´34” y 5.067mtrs. de subida acumulada. quedando en la posición 347 de 368 héroes que llegamos, 150 retirados y 50 que no se presentaron.
En definitiva, un nuevo reto cumplido con la máxima que sin dolor no hay esfuerzo total, y sin esfuerzo, no hay felicidad absoluta.
Durante la carrera agradecer la compañía de mi amigo Luís por su lección de valentía, coraje y perseverancia, el trabajo de los voluntarios y organización, a la familia de Luís por su apoyo e intendencia, a los buenos amigos de Sevilla la Nueva Corre que nos acompañaron físicamente y en la distancia; y en mi corazón, como siempre, nuestro amigo H.V.A. que siempre está ahí empujandonos, y en esta ocasión, un recuerdo especial a D. Faustino y D. Juan, maestro y conserje del Colegio Felipe IV donde me crié y eduqué, quienes me iniciaron en la pasión y amor por el deporte, y este año desafortunadamente nos dejaron.
En noviembre, a la marathón de Valencia (42Kms.) a ver si soy capaz de bajar de 4horas. ¿Te vienes?

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